22 octubre 2009

Fatiha & Theo

Conozco a Fatiha Rahou y a Theo Robichet desde principios de la década de los 1970s. Theo acababa de filmar en Chile, con Bruno Muel, “Septiembre Chileno” (1973), un documental testimonial sobre el cruento golpe militar de Pinochet contra el presidente Allende. 

Theo es un ejemplo de cineasta comprometido con la problemática del planeta como lo demuestran películas como “El hambre del mundo” (1975), entre otras en las que ha sido realizador o camarógrafo.  


En cuanto a Fatiha, artista argelina y compañera de Theo, me conquistó desde el inicio con la transparencia y la sensualidad de su obra pictórica sobre vidrio, una técnica rara que maneja con maestría para representar temas llenos de magia y de erotismo. La sensualidad en la obra de Fatiha no es solamente un tema más, sino el corazón de su expresión pictórica, característica por colores vivos, trazos precisos de dibujo y ese imaginario del oriente medio medieval que fascina por los ecos que trae de las Mil y una Noches. Fatiha es una Sherezade que nos envuelve con el color de sus narraciones.


La técnica es muy particular: el vidrio se pinta de adelante hacia atrás, es decir, al revés que un cuadro sobre tela o un mural, donde las figuras en primer plano se van precisando a medida que progresa el trabajo. En la técnica sobre vidrio se pone el dibujo más fino, las aplicaciones y los detalles más pequeños primero, y luego se rellenan las formas y se concluye la obra con el plano de fondo.  

En la página web de Fatiha Rahou se puede ver lo más importante de su obra. Además ha publicado varios libros, uno de ellos, reciente, con los resultados de un taller de pintura que ofreció a personas de todas las edades, que terminaron pintando hechos de sus vidas, representaciones de su memoria, en base a fotografías familiares antiguas.




Cinco dibujos de Fatiha en tinta china ilustran poemas de mi libro “Sentímetros” (1990); es la única amiga pintora no boliviana entre los once artistas que dibujaron para ese libro. Es también el único personaje de un país árabe cuyo retrato incluí en mi exposición de fotografía “Retrato Hablado” en 1990.


Todo lo anterior viene a cuento porque tuve oportunidad de pasar una tarde con Theo y Fatiha en Paris, a fines de septiembre, y conversar como si no hubiese pasado más de una década desde la anterior vez.