16 enero 2018

Cacho Soria en cinco secuencias

Una película se arma con secuencias. En algunas los personajes coinciden, se encuentran, conversan, trabajan juntos o se alejan. La historia de nuestras vidas es igual, es una sucesión de secuencias que nos juntan y nos separan. Las secuencias por lo general no son lineales, se presentan en desorden o en paralelo, construyendo progresivamente un relato.

Aquí quiero contar brevemente cinco secuencias de mi relación con Oscar Soria Gamarra que hubiera cumplido un siglo de edad el 28 de diciembre del 2017.

Secuencia uno - Retrato hablado 

Sigo buscando una sola palabra que defina a Cacho Soria, quizás sea su generosidad. En 1990, cuando presenté en La Paz y en Cochabamba mi exposición de fotografía “Retrato hablado” acompañé con un texto el retrato que le hice en 1978:  

“En lo más importante del cine boliviano está la mano de Oscar Soria. La Vertiente, de Jorge Ruiz; Ukamau, Yawar Mallku, El Coraje del Pueblo de Jorge Sanjinés; Chuquiago y Amargo Mar de Antonio Eguino, Mi Socio de Paolo Agazzi. Cacho Soria escribió los guiones que hicieron del cine boliviano un cine digno y reconocido fuera de nuestras fronteras. Era un hombre con extraordinaria sensibilidad social, capaz de transformar la línea argumental de un guion en un tejido de relaciones, personajes y hechos cotidianos que enriquecían el planteamiento y le otorgaban profundidad sociológica. El trabajo de equipo con personalidades tan diferentes como Eguino o Sanjinés no hubiera sido posible de no ser Oscar Soria un hombre suave y humilde, generoso y sencillo, que se involucraba afectivamente en cada proyecto cinematográfico, hasta el extremo de hipotecar su casa en cierta oportunidad para permitir que una película pudiera hacerse”.

Secuencia dos: Su relación con mi padre

Néstor Peredo en Un poquito de diversificación económica
Me emociona recordar que mi amistad con Cacho fue precedida por la relación que tuvo con mi padre a principios de la década de 1950, cuando éste era Presidente de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF) y Oscar Soria Secretario General, a cargo de preparar comunicados y notas de prensa.

En 1955 Cacho volvió a colaborar con mi padre en la CBF, para escribir el guion de una película semiargumental que dirigió Jorge Ruiz para mostrar las migraciones del altiplano a la serranía de Santa Cruz. La idea de mi padre era potenciar la actividad económica agrícola en el oriente y poblar una región entonces despoblada. Hoy vemos el resultado de aquella política visionaria.

La experiencia que Cacho Soria había adquirido sirvió de mucho para escribir el guion: “Cuando trabajaba con don Alfonso Gumucio Reyes en la CBF fui a Santa Cruz, que no conocía, y eso me sirvió mucho porque cuando ya entré al cine mi primera tarea fue Un poquito de diversificación económica y entonces recordé lo que era Santa Cruz, conocí Guabirá en sus cimientos, y podía hablar libremente porque conocía la materia”.

Secuencia tres: En defensa de Antonio

Antonio Eguino
El 26 de mayo de 1975 la dictadura de Banzer detuvo a Antonio Eguino por su participación como jefe de fotografía en El coraje del pueblo de Jorge Sanjinés. En Francia comenzamos una campaña pidiendo su liberación y conseguimos firmas de personalidades europeas. En Bolivia, Cacho Soria escribió el 30 de mayo una valiente carta al Ministro del Interior, Juan Pereda Asbún, ofreciéndose como corresponsable del “delito” a cambio de la libertad de Antonio Eguino.

Cacho escribió: “La información que Antonio Eguino pueda aportar en la investigación que su despacho está realizando sobre esta película, la considero parcial, y por esta razón es que me ofrezco voluntariamente a declarar todo cuanto conozco al respecto, de acuerdo a la labor que en su realización desempeñé”. Un mes más tarde, Antonio estaba libre.

Secuencia cuatro: Chuquiago

Durante mi exilio estudié cine en Francia y en julio de 1975 pude regresar por un par de meses a La Paz. Allí colaboré en la etapa de desarrollo de los guiones de las historias de Chuquiago, el segundo largometraje de Antonio Eguino. Trabajamos en la oficina de la productora Ukamau frente a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Nos reuníamos Antonio Eguino, Oscar Soria, Luis Espinal y yo. Escribí la primera versión de “Patricia”, la cuarta historia, le di nombre al personaje principal y a Rafael, y describí las escenas de la UMSA, las dudas de Patricia entre sus dos pretendientes, la boda y otras escenas que aparecen en el film. El 23 de septiembre de 1975 le entregué las 16 páginas del guion literario a Antonio, con dos finales posibles.  

En la cuarta historia intervino también Walter Montenegro con toda su experiencia de narrador, luego Cacho revisó y reescribió los cuatro guiones. Como dice Lucho Espinal en el prólogo al libro que recoge el guion final (tengo el ejemplar que me dedicó “Cachito”): “El cine es un arte colectivo, en el que se trabaja en equipo, y cuyo resultado depende de la aportación de especialistas diversos”.

Para el anecdotario: en una de esas reuniones que teníamos en Ukamau tocaron a la puerta y entró un mochilero italiano interesado en el cine boliviano. Nunca más se fue de Bolivia, era Paolo Agazzi.

Secuencia cinco: Historia del cine boliviano

Julio de la Vega, Alfonso Gumucio, Oscar Soria y Pepe Ballón 
Tardé más de diez años en investigar y tres meses en escribir la Historia del cine en Bolivia (1982). Hice muchas entrevistas porque no había fuentes escritas. A cacho Soria lo visité muchas veces en su casa, detrás de donde está ahora la Cinemateca Boliviana, esa calle que ahora lleva su nombre. Pasábamos horas hablando de cine, él me proporcionó información valiosa.  Algunas veces lo grabé, tengo las cintas. Cuando el libro salió en la edición boliviana (hubo otra casi simultáneamente en México), Cacho escribió un generoso comentario para la solapa.

No estaba en el país en 1983 cuando los cineastas le hicieron un emotivo homenaje, y me encontraba en Montevideo cuando murió el 14 marzo de 1988. La noticia me la dio Silvia Fiori dos días después. En mi diario escribí: “Duelo, duelo, duelo”.  

De recuerdo me queda su voz en las grabaciones y las fotos que tenemos juntos, una de las cuales atesoro porque aparecemos ambos junto a Julio de la Vega y a Pepe Ballón, en la puerta del emblemático Cine 6 de Agosto.
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Si la libertad significa algo, es el derecho
de decir a los demás lo que no quieren oír.

—George Orwell